sábado, 27 de agosto de 2011

CONMUTACIÓN DE PENAS (Eduardo Albarracín)



   Piedad pedía el reo en la hora extrema. Silencio en los labios y rigidez en los rostros de los verdugos. La pena de muerte no es un juego y alguien tiene que asumir el costo de tamaño papelón.
   La guillotina quedó trabada a mitad del recorrido y la cabeza del sentenciado volvió a su sitio.

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